Las subastas bien estructuradas aumentan la competitividad
Publicado 31/12/2016 en El Economista
Los costes de construcción, ingeniería y, en especial, el precio de los paneles solares, lo que conocemos por el EPC, ha registrado un descenso del 70 por ciento en los últimos seis años. Un escenario que ha incidido de manera significativa, junto a unos tipos de interés que, por el momento, se sitúan en niveles muy bajos, a la continua reducción de los precios ofertados en subastas eléctricas observada a lo largo del último año y medio en países tan diferentes como Estados Unidos, México, Chile, Perú, Sudáfrica, Dubái, Marruecos o India. Esta evolución ha supuesto la ratificación de que la fotovoltaica es ya la tecnología más barata para generar energía y, por tanto, puede competir con cualquier otra a unos precios más que razonables.
El mecanismo de subastas, cuando se diseña con procedimientos de mercado transparentes donde el principal criterio de selección es el precio y son neutros en tecnología para que puedan competir las distintas iniciativas de inversión con todos los parámetros de libertad de mercado, ha demostrado ser eficiente. Las más importantes licitaciones por volumen de energía requerida llevadas a cabo en los últimos meses, en especial las de Chile y México, se han caracterizado por incluir los criterios antes mencionados, además de otros de especial importancia, como la necesidad de aportar garantías que aseguren el cumplimiento del contrato de venta de energía adjudicado, la cualificación de los ofertantes y el plazo de ejecución con el objetivo de evitar, si éste fuera demasiado largo, especulaciones o incumplimientos que pudieran erosionar la imagen de estos procesos.
Cuando se analiza el resultado de las subastas de energía, nos encontramos que en países como Chile, los precios medios han caído un 63 por ciento en los últimos tres años. Desde los 128,9 dólares megavatios hora en 2013 a los 47,6 dólares en la celebrada en agosto de 2016. Una caída que se ha observado en Perú, México y en otros países, donde el continuo descenso en la cotización media ha ido en la misma línea.
Cox Energy es una compañía española del sector de las energías renovables, en concreto solar fotovoltaica, con presencia en Latinoamérica, Asia y África que se adjudicó en solitario en la última subasta celebrada en Chile, el pasado mes de agosto, un contrato a 20 años por un total de 264 gigavatios hora año. Una licitación que fue la más concurrida y de mayor competencia de las realizadas hasta este momento en el país.
Nuestra compañía presentó una oferta en fotovoltaica y eólica para el bloque de generación 24h y ganamos con un precio de oferta de 52,72 dólares MWh, muy por encima del precio promedio de la licitación. También es cierto que este año hemos visto precios, incluso, por debajo de los 30 dólares, si bien se trata de situaciones difícilmente extrapolables por diversas razones: niveles de irradiación, riesgos del sistema, divisa, costes de desarrollo, entre otros.
La pregunta que cabe hacerse es hasta cuándo se mantendrá esta situación y si en algún momento se producirá una remontada de precios en futuras ofertas. Es difícil de determinar. Nuestra experiencia en subastas es ya intensa. Hemos acudido en alianza con grupos industriales muy significativos en el ámbito internacional. En todas las licitaciones a las que nos hemos presentado he tenido la sensación de que el descenso de precios en las ofertas había tocado fondo pero, para mi desconcierto y el del sector, no era así, y la siguiente se cerraba con valoraciones más bajas.
Hasta ahora, esta reducción de precios ha ido acompañada de bajada en los costes del EPC, aunque parece que en estos últimos la curva se suaviza, según algunos informes de expertos y fabricantes de paneles. Pero quizá exista un factor que contribuya a subir las futuras ofertas: la gestionabilidad. El almacenamiento ya es una realidad en el aspecto tecnológico y estoy seguro de que en dos o tres años lo será también en el económico, al poder contar con baterías técnicamente fiables a costes competitivos. Las inversiones realizadas y los avances alcanzados así lo hacen prever y es muy posible que en futuras subastas, la capacidad para gestionar la energía generada a través de sistemas de almacenamiento pase a ser un componente que prime a la hora de ganar una licitación y que, por tanto, contribuya a subir los precios de las ofertas y mostrar así un punto de inflexión.
Ahora llega el turno a España. De momento, lo que sabemos es que el Gobierno ha anunciado una subasta de energía renovable por un total de 3.000 megavatios de potencia que deberá estar resuelta en el primer semestre de 2017. El viernes 23 de diciembre dio el pistoletazo de salida y envió la propuesta a la CNMC para que elabore el correspondiente informe, tras escuchar las alegaciones de las organizaciones interesadas: Unef, consumidores, Unesa, etc.
En el sector, y desde la experiencia de la anterior subasta realizada en España bajo unos criterios marginalistas y en la que participaron sólo eólica y biomasa, vemos esta próxima licitación con optimismo pero, a la vez, con cierta reticencia hasta conocer las bases de la licitación y cómo, de verdad, se estructurará la tan anunciada subasta. Las compañías de renovables y, en especial, las de fotovoltaica, hemos abogado por un proceso simple y sencillo, transparente, abierto, no discriminatorio, donde el criterio básico de adjudicación sea el precio y que los contratos sean financiables ¿Hasta qué punto incluirá las propuestas de las empresas fotovoltaicas? Eso está por ver, aunque todavía hay esperanzas para que se introduzca alguna de ellas.
La experiencia de las subastas internacionales tendría que guiar la próxima licitación en España. Al Ejecutivo se le presenta en esta etapa que ahora comienza una gran oportunidad para enmendar errores del pasado y marcar el nuevo camino que deben seguir en España las energías renovables y, en especial, la fotovoltaica: la tecnología más barata de generación energética y, sin duda, la energía del presente y del futuro.